Artículos de CASAS PASIVAS

Artículos de CASAS PASIVAS

Artículos publicados en prensa, en los últimos meses, sobre casas pasivas o Passivhaus.

El Passivhaus, se trata de una manera de construir que está diseñada y optimizada de manera que se puede reducir al máximo los consumos energéticos. Así estas viviendas son las llamadas de “consumo cero o casi nulo”… y efectivamente lo son.

Además de reducir los consumos energéticos hasta en un 80-90%, el confort de la vivienda se multiplica puesto que dispondremos de un aire renovado y filtrado permanentemente gracias al recuperador de calor que incorporan estas viviendas, también disponen de un gran nivel de aislamientos, las infiltraciones de aire están controladas al igual que los puentes térmicos y se instalan ventanas y puertas apropiadas para estas viviendas.

A continuación os facilitamos varios enlaces de interés, publicados en prensa en los últimos meses sobre las Casas Pasivas o Passivhaus:

Artículo de El Confidencial de fecha 11 de diciembre de 2016, por Alfredo Pascual:

http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2016-12-11/casas-pasivas-passivhaus-energia-electricidad-factura-de-la-luz-inmobiliario_1301773/

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Texto del artículo de casas pasivas publicado:

La casa de Alejandro y Esther no es como las demás. Hay razones obvias desde el exterior: se trata de un chalet en Rivas (Madrid) con 300 metros cuadrados construidos, pocas ventanas y un jardín con piscina que firmaría —casi— cualquier español. Las sensaciones, por dentro, son extrañas. Se echan en falta pequeños detalles de las demás casas: que la temperatura varíe en cada habitación, una corriente de aire o el constante runrún de los coches en la calle. Incluso los radiadores. En la casa de Alejandro y Esther siempre hay silencio a 24 grados centígrados: “Cuando llueve nos enteramos por la ventana, ni siquiera se escuchan las gotas al caer”, dice Esther, divertida. La casa de Alejandro y Esther no es como las demás porque es una de las primeras casas pasivas de España.

El concepto de casa pasiva nace a finales de los setenta como un tipo de construcción enfocada a la eficiencia energética. El objetivo es simple: reducir al mínimo en consumo energético por medio de medidas pasivas, como el aislamiento o la orientación del edificio, para mantener en el interior una temperatura confortable sin necesidad de calefacción o aire acondicionado. La casa pasiva se materializó en varios prototipos hasta que, entrados los ochenta, los doctores Bo Adamson y Wolfgang Feistpostularon unos estándares de construcción que, a la postre, serían las bases sobre las que pivota el Passivhaus Institute, entidad certificadora a nivel internacional de las casas pasivas.

Alejandro y Esther tenían un terreno en Rivas, un presupuesto y la ilusión de construir una casa donde vivir con sus tres hijos. Acudieron al estudio del arquitecto David Marsinyach sin saber qué era una casa pasiva y terminaron viviendo en una enorme construcción de madera sin radiadores. “Entraba dentro de nuestro presupuesto, tuvimos la oportunidad de diseñarla y, claro, también importaba el ahorro energético”, explica Alejandro. La familia paga 82 euros de factura energética en diciembre mientras que sus vecinos, solo en calefacción, se dejan en torno a 300 euros. Los fabricantes de casas pasivas estiman un sobrecoste de entre el 2% y el 6% en construcciones que cumplan los estándares ‘passivhaus’, que se amortizarían en un plazo máximo de siete años con la factura de la luz. En el caso de las construcciones de madera se abaratan los costes en general, como sucede con la casa de Alejandro y Esther que, nueva, sale más barata que el mercado de segunda mano.

La clave de las casas pasivas es el aislamiento. El Passivhaus Institut provee un ‘software’ a los arquitectos, llamado PHPP, que marca las pautas de construcción para cada proyecto: que si un triple acristalamiento aquí, que si forra ese tabique con vidrio celular, cuidado con ese puente térmico, recuerda que no es lo mismo tener árboles de hoja caduca que perenne alrededor de la casa. “En realidad, el programa te lo da todo hecho, luego hay que conseguir que la obra se ejecute con ese nivel de excelencia, y no es fácil, créeme”, dice Marsinyach entre risas.

Durante la certificación el arquitecto trabaja con un inspector del Institut durante toda la construcción para asegurarse de que se cumple con el manual (PDF). “Si se nos ocurre alguna solución alternativa tenemos que enviarla a Alemania para que la estudien. Una vez que la aprueban, entra en el manual”, dice Marsinyach, orgulloso de aportar un sistema de calentamiento de agua de bajo consumo al movimiento passivhaus. Es la única medida activa de la casa junto al sistema de ventilación, en constante funcionamiento, que saca el aire viciado y lo renueva constantemente. En el tránsito, detalla Marsinyach, el aire caliente templa el frío que llega de la calle, logrando no solo climatizar la casa, sino evitar la entrada de impurezas. “No hay polvo en los muebles”, afirma Alejandro.

Para obtener el certificado del Passivhaus Institut, además de pagar una cifra en torno a 3.000 euros, hay que pasar el temido Blower Test. “Se trata de ubicar un gran ventilador en la puerta de la casa y, con una cámara térmica, los inspectores vigilan que no haya pérdidas de calor. Para que te hagas una idea, el aire de una casa normal, con todo cerrado, se renueva seis veces diarias por las pérdidas. A nosotros nos permiten un máximo de 0,6 ventilaciones por día”, afirma Marsinyach. Hay otros tres requisitos técnicos: que las demandas de calefacción y refrigeración sean inferiores a 15 kWh/(m²a) y la de energía primaria baje de 120 kWh/(m²a). Una casa normal consume en torno al 90% más.

“¿Sabes lo que es raro? No poder abrir las ventanas. En verano, cuando están los niños en la piscina, se nos hace extraño mantener la puerta cerrada”, dice Esther. “Yo se lo dejé muy claro desde el principio: puedes abrir las ventanas cuando quieras, pero estás perdiendo dinero”, le responde el arquitecto. El pasado verano, en plena ola de calor, el matrimonio reconoce que las medidas pasivas se desbordaron y que sudaron como el resto de mortales; ahora valoran incluir una ventana en la parte superior de la casa para dejar que el calor escape en verano.

La casa de Alejandro y Esther es uno de los últimos ejemplos de una tendencia creciente en España. Desde 2011 los arquitectos especializados han notado un aumento en el interés de sus clientes por este tipo de construcción. Lo achacan al repunte de la factura energética, a los últimos coletazos de la crisis e incluso a que obtener el certificado es una inversión, ya que los planes de construcción nacionales apuntan en la misma dirección —aislamientos, hermeticidad, aprovechamiento de la energía— y en algunas ciudades europeas como Bruselas es obligatorio construir bajo estos estándares desde 2012. En Alemania, cientos de pequeños municipios vigilan los aislamientos bajo los criterios del doctor Feist.

Un estándar en Alemania e Inglaterra

A diferencia de países como Alemania, Francia o Inglaterra, que cuentan con cientos de edificios certificados, en España apenas superamos la veintena. Todo obra privada excepto algunos proyectos piloto que el Gobierno vasco ha constituido en VPO: “El modelo de edificio pasivo es perfecto para grandes edificios de oficinas y viviendas de protección oficial, porque permite que sus inquilinos, que en principio no tienen grandes recursos económicos, se liberen de los gastos de electricidad. Además es mucho más eficiente y ecológico; yo he conocido promociones de 1.000 VPO en Vallecas que compartían sistema de calefacción y no se podían encender hasta que se llenasen todas las casas”, lamenta Marsinyach. En Bilbao, haciendo gala de su naturaleza grandilocuente, podrán presumir el próximo año del edificio pasivo más grande del mundo, que contará con 108 viviendas protegidas y 63 sociales.

Uno de los osbtáculos a los que se enfrentan los estándares de casa pasiva es que solo certifican a las nuevas construcciones, lo que circunscribe el potencial de clientes a los que pueden permitirse la creación de una casa unifamiliar. “Lamentablemente uno no puede aislar solo su piso, tiene que hacerlo todo el edificio, y entonces no será considerado Passivhaus, sino EnerPHit, que es un certificado para rehabilitaciones”, advierte Daniel Diedrich, otro arquitecto que se especializó en la materia en lo más riguroso de la crisis.

Diedrich está a punto de entregar las llaves de una casa pasiva en la que ha ido más allá de los estándares: mediante unos paneles solares en el techo aspira a que la casa no solo sea autosuficiente sino que, ante el inminente cambio de la legislación en autoconsumo, sus inquilinos puedan vender el excedente a Iberdrola. “La casa está preparada para cuando caiga el impuesto al sol. Tiene un contador de electricidad reversible que, cuando generas más electricidad de la que consumes, descuenta gasto”, asegura Diedrich. Según su versión, en el peor de los escenarios el ahorro energético corresponde a un 80%.

Diedrich presume de que la nueva construcción, llamada Titania y ubicada en la calle Arturo Soria (Madrid), será certificada como la primera Passivhaus Plus de España, ya que genera más energía de la que consume. “Con 3.000 vatios —el consumo de un calefactor eléctrico— conseguimos climatizar 180 metros cuadrados a base de hacer como los ingenieros de la Fórmula 1: preocuparnos por el detalle para pulir centésimas”, dice el arquitecto. Existe una última categoría, la Passivhaus Premium, que corresponde a edificios cuya producción de energía renovable casi duplica a su consumo.

Diedrich ha utilizado un sistema de ventilación basado en la aerotermia, similar al de Marsinyach en Rivas, que suple las necesidades de calefacción. También como Marsinyach, Diedrich ha detectado que la arquitectura ‘passivhaus’ sufre con el estío español: “Es mucho más difícil mantener la temperatura en verano que en invierno; ten en cuenta que los electrodomésticos, y los seres humanos, somos fuentes de calor, pero no hay ninguna de frío. Y tampoco podemos negar que el estándar de casa pasiva se diseñó en Alemania, que es un país de clima frío”, argumenta Diedrich. “Cuando en la calle hay 38 grados, poco se puede hacer”, apunta Marsinyach.

Puedes abrir las ventanas cuando quieras, pero tienes que comprender que estás perdiendo dineroEn un momento en el que el interés de los españoles por abaratar la factura energética converge con las normativas comunitarias y nacionales en materia de construcción, las casas pasivas surgen como una opción cada vez más habitual. Según los expertos, el sector se enfrenta a dos retos. El primero pasa por conseguir mano de obra especializada, familiarizada con los nuevos materiales: “Nos cuesta mucho encontrar a profesionales. Necesitamos gente que conozca los materiales y sepa cómo construir según los estándares de Passivhaus, y hay muy, muy pocos perfiles así en España”, advierte Marsinyach.

Por su parte Diedrich señala que la clave es concienciar a la sociedad: “Tiene que cambiar nuestra mentalidad, tenemos que comprender que cuando perdemos calor por una ventana, perdemos dinero en realidad. No hay cultura de aislamiento en España. Yo comparo nuestros edificios con las cafeteras: son todos jarras de cristal que se calientan constantemente con una resistencia cuando deberían ser termos”.


Artículo de El Periódico de Aragón de fecha 27 de noviembre de 2016, por Alicia Gracia:

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/economia/eficiencia-queda-casa_1162603.html

casas pasivas

Texto del articulo de casas pasivas publicado:

¿Se imagina que su vivienda se calentara cuatro grados cada vez que cocinase en el horno? Con las denominadas Passivhaus es posible gracias a su alto grado de aislamiento que permite tener un gasto energético casi nulo y una temperatura constante de 20 grados.

El estudio de arquitectura zaragozano B+haus, liderado por el arquitecto aragonés Carlos Navarro, asociado con la empresa MAAC Construcciones Canadienses, encabezada por Miguel Ángel Aranda, son especialistas en el diseño y construcción de viviendas con el estándar Passivhaus, unas casas construidas con entramado ligero de madera. Este es el modelo de diseño energético más estricto del mundo que permite construir viviendas que consumen poca energía pero que mantienen un alto nivel de confort interior.

Todo ello fundamentado en cinco cimientos básicos: el súper aislamiento, gracias a espesores que doblan los tradicionalmente utilizados; la eliminación de puentes térmicos, haciendo un estudio de las pérdidas de calor y frío; la utilización de carpinterías de altas prestaciones, con el fin de controlar las ganancias solares; la ventilación mecánica con recuperador, que recoge el calor del aire interior y lo transfiere al aire fresco del exterior que se introduce en el edificio; y el control de las infiltraciones, con la realización del test denominado Blower door.

Desde 2011 que comenzaron el proyecto, han construido en Aragón cuatro viviendas: una en Utebo, otra en la urbanización Torre Barajas, otra en el barrio de Torrero y una última en Ontinar de Salz. Además de ello, desde su local de Zaragoza Vivienda ubicado en la calle Las Armas, realizan reformas, actúan como asesoría energética y realizan labores de formación en Passivhaus. Un trabajo que realizan en equipo íntegramente con empresas innovadoras de Aragón.

«Estas viviendas consumen un 80% o 90% menos que en una casa convencional. Gastan un máximo de 140 euros al año en calefacción frente a los 900 euros que consume una vivienda antigua», explica el arquitecto Carlos Navarro. Sin embargo, asegura que «la gente no habla de consumos, lo que más les importa es la salud, el confort y la limpieza» que ofrecen las Passivhaus.

Con la idea de facilitar a los clientes la construcción de su vivienda y de englobar en un solo documento estas casas eficientes y de bajo consumo, estos emprendedores aragoneses han elaborado un catálogo integral en el que engloban todos los aspectos que un cliente tiene que elegir cuando hace su casa. Desde las ventanas hasta los acabados de los materiales, pasando por el modelo de la construcción.

«No es una tendencia»

Desde B+haus explican que las Passivhaus no son una moda. «No es una tendencia, dentro de unos años será una obligación», explica Aranda. Y es que, antes de enero del 2021, los estados miembro de la comunidad económica europea tienen que definir el modelo de consumo cero casi nulo y «a partir de esa fecha cualquier edificio privado tendrá que ser de consumo cero casi nulo», explica Navarro. En este sentido, «el entramado ligero de madera es el 70% del volumen de la vivienda unifamiliar en Europa, quizá en Estados Unidos y Canadá sea el 90%. En España es el 5%», añade Navarro, que ve en este sector unas altas expectativas de crecimiento.

En cuanto al coste para el cliente, B+haus construye una casa pasiva «al mismo precio» que hacen una casa convencional porque utilizan «tácticas de diseño» y optimizan mucho los materiales, explica Aranda. Además, el tiempo de construcción de una Passivhaus es menor. «Hacemos las casas en seis meses, cuando una casa de hormigón armado suele hacerse en 18 meses», indica Navarro.


Artículo de La Vanguardia de fecha 13 de septiembre de 2016, por Neus Palou:

http://www.lavanguardia.com/vivo/ecologia/20160913/41267848713/casa-pasiva-construccion-sostenible.html

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Texto del artículo de casas pasivas publicado:

Lograr una temperatura perfecta dentro de casa sin pagar mucho dinero a la compañía de la luz, o del gas es un quebradero de cabeza para muchas familias. Que estar calientes en invierno o frescos en verano nos suponga grandes facturas es, en muchos casos, culpa de la misma casa. Pero existen construcciones que mejoran la eficiencia energética y reducen el consumo de energía sin renunciar a nuestras necesidades básicas. Este es el caso de las casas pasivas o passivhaus.

Estas construcciones son edificios pensados para aprovechar al máximo la luz y la radiación solar, con un altísimo aislamiento y una renovación del aire a través de un sistema de ventilación con un recuperador de calor. Se trata de un tipo de vivienda creada para mantener las condiciones atmosféricas ideales en su interior. El Instituto Passivhaus, de Alemania, es uno de los que concede este exigente certificado de eficiencia energética que sólo tienen 32.000 edificios en el mundo.

Según el Instituto Passivhaus la casa pasiva consumo un 90 por ciento menos de energía en comparación con una casa ya construida y un 75 por ciento menos que una casa de obra nueva, tomando como referencia los estándares europeos.

El concepto de casa pasiva nació en los años 90 de la mano de un grupo de arquitectos alemanes y suecos. Como explica la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP), se trata en realidad de un modo de construir, una serie de normas energéticas que se pueden aplicar a cualquier construcción.

El estándar Passivhaus

Igual que la certificación ecológica de productos alimentarios, el Passivhaus define una serie de criterios ecológicos cuya puntuación debe sumar un factor mínimo para poder obtener la certificación. Estos criterios son: súper aislamiento en paredes, suelos y cubierta, orientación de la casa para aprovechar la radiación del sol y la ventilación mediante un recuperador de calor, ventilación cruzada durante el verano, eliminación de puentes térmicos, estanqueidad de la edificación, y finalmente puertas y ventanas de alta precisión.

Hoy en día el certificado Passivhaus, incluye criterios especiales para cada clima, así en un clima mediterráneo, se tendrá en cuenta la mayor incidencia de sol y las menores variaciones de temperatura entre día y noche, en verano, sin embargo, será necesario un control más estricto de la incidencia solar para evitar el sobrecalentamiento de la vivienda. En un clima como el nuestro una de estas casas consigue ahorros del orden del 90% en comparación con el gasto de energía de una vivienda convencional.

En climas más fríos una casa pasiva funciona como una tetera. Su interior es tan hermético que no deja escapar prácticamente nada del calor que se genera, por ello, con muy poca energía podemos calentar toda la vivienda. El calor interior se mantiene gracias a un sistema de ventilación mecánica que efectúa la renovación de aire del exterior de forma súper eficiente.